DEFENSOR DEL PUEBLO – MECANISMO NACIONAL DE PREVENCIÓN DE LA TORTURA –
COMISARÍA DEL CNP DE CARTAGENA, MURCIA
***Otra juez cita a seis policías más de Cartagena acusados de dar palizasUn hombre denunció a una patrulla en junio por golpearlo en una fábrica abandonada
Por José Precedo
Articulo publicado el 25 de octubre de 2014 en:
https://elpais.com/politica/2014/10/24/actualidad/1414174239_391025.html
Dos jueces tienen sobre la mesa indicidios de al menos dos palizas protagonizadas presuntamente por agentes de la comisaría de Cartagena en la que fueron arrestados a principios de octubre seis policías por el homicidio de Diego Pérez —un vecino enfermo que pidió ayuda al 091 el pasado 11 de marzo y dos semanas después apareció flotando en una playa a la que había sido trasladado por tres patrullas—. Según la autopsia, este hombre murió por la fractura de varias vértebras cervicales. La juez que instruye el caso, María Antonia Martínez, atribuye el crimen a tres patrullas de esa comisaría murciana.
El pasado junio, meses antes de que se precipitasen los arrestos de los agentes por el homicidio de Cala Cortina, Francisco B. R. denunció en el juzgado que había sido agredido por otros seis policías de Cartagena, también del turno de noche, la madrugada del 18 de junio. Acompañó su relato con un parte de lesiones del hospital del Rosell donde fue atendido: “herida inciso-contusa en labio superior derecho y en la zona de la barba y mentón, erosiones en ambas rodillas, dolor en pie derecho con pequeña inflamación y contusión facial”. Al servicio de urgencias llegó detenido por un supuesto delito de atentado a la autoridad. Lo trasladó una patrulla distinta a la que presuntamente le golpeó, tras una breve parada en comisaría. Ingresó a las 3:46 y fue dado de alta a las 4:18 horas con media docena de puntos de sutura y moratones en distintas partes del cuerpo. Su denuncia coincide con la tesis que sostienen Asuntos Internos, la juez y la fiscal sobre el homicidio de Cala Cortina: apunta a otra paliza policial. Y es anterior a que se produjese el arresto y trascendiesen los detalles de la investigación.
Según figura en la querella que ha admitido a trámite el juzgado de instrucción número 3 de Cartagena, Francisco B. R. fue apaleado la madrugada del 18 de junio por seis agentes de policía en la calle Montanaro, casco urbano de la localidad murciana, cuando se negó a bajarse los pantalones en plena calle para que lo cacheasen. Pidió ser trasladado a un portal o a comisaría para hacerlo y recibió golpes con porras y patadas ante la mirada de sus dos acompañantes. Entonces, continúa la denuncia, dos policías lo subieron a un coche zeta y lo trasladaron a un solar abandonado a las afueras de Cartagena, en la carretera que desemboca en Cala Cortina. Allí, los dos agentes lo bajaron del coche esposado y le propinaron más porrazos y patadas, cuenta la querella.
Las diligencias previas abiertas en el juzgado número 3 de Cartagena investigan un delito de “lesiones por imprudencia”. Seis agentes del turno de noche de esa comisaría, todos los que participaron en el arresto, estaban citados a declarar como imputados el pasado martes. Sus placas no coinciden con las de ninguno de los policías encarcelados por el crimen de la playa. La vista se suspendió porque la juez ha autorizado nuevas diligencias. El denunciante ya ha ratificado su testimonio. En el hospital, la misma noche de su arresto, pidió un análisis de tóxicos, ahora incorporado a la causa, que señala que no estaba bebido ni drogado cuando la policía le dio el alto en esa calle de Cartagena. Los agentes que lo arrestaron presentaron a su vez una denuncia por un supuesto delito de atentado a la autoridad y agresión a los seis policías que participaron en la detención también con parte de lesiones.
Fuentes de la dirección de la Comisaría de Cartagena aseguran a EL PAÍS que tras la denuncia abrieron un expediente disciplinario, paralizado, como es preceptivo, desde que se inició la investigación judicial.
El sumario que indaga sobre la muerte del vecino de Las Seiscientas en Cala Cortina contiene además evidencias de otra paliza protagonizada por agentes del Cuerpo Nacional de Policía. En una de las conversaciones interceptadas en el coche patrulla, J.C.M.L, a quien la juez encarceló por homicidio y detención ilegal presume de unas “señoras torturas” que, según él, tuvieron lugar en la comisaría de Cartagena la madrugada del 5 de julio de 2014. “Hubo sangre, lo pasamos muy bien”, aseguró a su compañero de patrulla sin saber que estaba siendo grabado por Asuntos Internos.
La juez que instruye el caso de Cala Cortina, María Antonia Martínez, relaciona esa conversación con el arresto esa misma noche de siete jóvenes, dos de ellos menores, por un robo a punta de navaja de 50 euros ,dos mochilas y dos pares de gafas.
Un testigo ha confirmado a EL PAÍS que uno de los menores salió aquella noche de la comisaría de Cartagana con los ojos amoratados y un fuerte hematoma en el costado. El menor, sin antecedentes, que finalmente fue condenado a un año de vigilancia por robo con violencia, contó que le habían golpeado. A él y a otro de los arrestados— varios policías del turno de noche. Que antes de hacerlo, se pusieron guantes para no dejar huellas. Y taparon las ventanas con un biombo blanco. El relato coincide con la conversación interceptada a la patrulla que está en la cárcel por el crimen de Cala Cortina. De momento, la juez no ha adoptado ninguna resolución sobre este caso. La dirección de la comisaría hizo averiguaciones y no dio credibilidad a las palabras de su agente imputado. Como los menores tampoco presentaron denuncia, el caso está en una vía muerta.
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«HUBO UNAS SEÑORAS TORTURAS, MUCHA SANGRE, LO PASAMOS BIEN»
JOSÉ PRECEDO
La segunda paliza de la que tiene sospechas la juez y Asuntos Internos de la Policía la relató en primera persona J.C.M.L. uno de los agentes encarcelados por la muerte de Diego Pérez, a su compañero de turno sin saber que la conversación estaba siendo grabada con micrófonos instalados en su coche patrulla. En esa charla que dura 12 minutos y comienta a las 17:20 del 1 de agosto, J. C. M. L. cuenta a otro policía que tiene que acudir al juzgado en relación a las torturas que un detenido (al que no identifican) sufrió en comisaría por parte de sus compañeros. Lo que sigue es parte de la conversación de los dos agentes, transcrita por el departamento de Asuntos Internos e incorporada al sumario que investiga la muerte de Diego Pérez.
J.C. ¿Por qué no me va a dejar su señoría?
G.J. Porque tienes un juicio.
J.C. Ya iré, ¿crees que va a durar toda la noche?
G.J. [Bostezo]
J.C. El juicio es a las doce y media, por muy tarde que termine, yo me voy a mi casa.
G.J. A no ser que salgas imputado.
J.C. Imputado. ¿Por qué? Si yo ahí lo único que hice fue hablar con el requiriente, ya no puedo aportar más.
G.J.. ¿Por qué vais? ¿Cómo es que vais doce a un juicio? Es que pasó…
J.C. Porque se ve que los quieren emplumar bien.
G.J. Han citado a todo el mundo, a los Limce.
J.C. Todos los que intervinimos. Hubo unas señoras torturas, subió en la cama, ahí sí que hubiéramos disfrutado pero todos, todos esos, todos los que estábamos allí, alguno más. Pero unas señoras torturas. Cogió el sanguinario, el Rubén, cogió el biombo ese que hay ahí en lo del DNI y lo puso, lo atravesó ahí en medio, para que ni, para que no vieran desde las casas lo que estaban haciendo. Entre Dani, el jefe de turno, el que ha ido, no veas. Hubo sangre, estuvo muy bien. Yo lo pasé muy bien. ¡Anda que estamos arreglados, macho! Ahora el turno cuarto, seis imputados, van imputados los seis, cuatro torturas y dos omisión de … eso ¿Cómo se dice eso?
G.J. Del deber de socorro.
J.C. No, omisión del deber de perseguir delitos.
G.J. Y lo otro también puede ser, te está pidiendo socorro y auxilio, ¡no me peguen más, señores policías, no me peguéis más, ayudarme, ayudarme, y los otros ahí, ¡dale, dale, dale!
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ASESINOS PROTEGIDOS
DE “ESTADO POLICIAL” A “ESTADO JUDICIAL”
Por Salva Solano Salmerón
https://www.votaycalla.com/policia-asesina/
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Saludos, habitantes de este Estado policial. Hoy nos quitamos la mordaza para hablar de las prácticas de un sector de la Policía Nacional de Cartagena: manipulación de pruebas, tenencia ilícita de armas, tráfico de drogas, extorsión, torturas y asesinato.
No vayas solo de noche, que puede haber policía
Recuerdo que hace unos meses asistí en una terraza al aire libre a un operativo policial contra una familia de gitanos rumanos. Cuando una de las mujeres le recriminó a los de la boina que estuvieran haciendo llorar a los niños, uno de aquellos le respondió: «Pues si nosotros te parecemos malos, vete a Cataluña, que ya verás los mossos». Una especie de «Vete a Cuba» policial. Sin embargo, tal vez los policías cartageneros no tengan nada que envidiar a los mossos d’esquadra.
He recopilado y ordenado las noticias que sobre el asesinato de Diego Pérez en Cartagena han salido en diversos medios de comunicación, excluyendo los que a mi parecer son menos fiables (dentro del poco rigor general de nuestra prensa).
Para los que no hayáis seguido este asunto, os informo de que la juez autorizó la colocación de unos micrófonos ocultos en los tres vehículos policiales de los implicados. Todas las conversaciones que incluyo, así como las frases entrecomilladas, son literales, extraídas de las grabaciones que se han publicado.
Los probables asesinos con placa protagonistas de esta historia, agentes de la escala básica, agrupados por parejas según se desplazan en sus vehículos, son:
- José Antonio C. G. (32 años)
- José Luis S. A. (29 años)
- Gregorio Javier García Miras (39 años)
- José Carlos M. L. (31 años)
- Rubén Manuel Forné Navarro, alias el Sanguinario (26 años)
- Raúl A. R. (33 años)
Más de un año después, los medios se han decidido al fin a publicar los nombres completos de los presuntos asesinos, así que ahí van los que faltaban:
José Antonio Costas Guerrero
José Luis Solano Albaladejo
José Carlos Mateo Luján
Raúl Aguado Rodríguez
Rubén Manuel Forné Navarro
Gregorio Javier García Miras (fallecido).
Los nombres los he tenido que ir sacando, juntando piezas de uno y otro lado. En la mayoría de medios no incluyen ningún dato de los agentes; en otros, solamente las siglas (R. F. S.). Pero, siguiendo con este ejemplo, en un determinado periódico hablan de Rubén Manuel F. N, en otro se refieren a él como Forné Navarro, así que atando cabos llegamos al nombre completo.
Como ya dijimos aquí, no entiendo por qué cuesta tanto publicar los nombres y apellidos cuando los implicados forman parte de las fuerzas «del orden». Bueno, lo entiendo, pero me asquea. La Razón, por ejemplo, en su tarea de limpiar la mierda del Gobierno no dudó en difundir datos privados, fotos y biografías de estudiantes que lideran manifestaciones y protestas, con el único fin de desacreditarles e intimidarles. Y ellos no habían torturado ni asesinado a nadie.
Es injusto que nos hayamos hartado de ver fotos de Teresa Romero, la mujer contagiada de ébola, o, por poner otro caso que tiene más similitudes con este, del pederasta de Ciudad Lineal (que tampoco ha sido condenado todavía), y no nos muestren los rostros de estos sádicos hijos de mala madre. Yo quiero saber qué cara tienen estos desgraciados por si un día me cruzo con ellos por Cartagena, lo que no me extrañaría, sabiendo el trato de favor que las FCSE reciben del Gobierno y de la Justicia. Ni siquiera me sorprendería encontrármelos de uniforme.
11/03/2014 Torturas y asesinato
Diego Pérez Tomás, 43 años. Una amiga que vive en Las Seiscientas* me cuenta que era el típico yonqui del barrio, muy conocido por allí. Inofensivo, por lo demás.
* En Sevilla tienen Las Tres Mil viviendas, en Cartagena tenemos Las Seiscientas.
Diego llamó a la policía a las 21:30 y a las 04:49 porque se sentía amenazado (era esquizofrénico). Tened cuidado antes de marcar el 091: a los agentes no debió de gustarles que les molestaran en su arduo trabajo (igual estaban jugando a las cartas en el cuartel o tomando el fresco en la playa), así que se desplazaron hasta casa de Diego tres coches patrulla con los seis policías listados anteriormente. Según declaración del testigo que ha permitido tirar del hilo, cachearon a la víctima al llegar:
«Y esto, ¿qué? ¿Lo has robado?» (Silencio de Diego). «¿Te estás riendo de mí?», tras lo cual el agente le habría asestado un fuerte golpe con la mano abierta en la cara. Le hicieron subir al coche.
—José Antonio C. G: ¿Lo llevamos a Comisaría?
—José Luis S. A: No, lo llevamos a la Guarida.
Por «la Guarida» se refieren a algún lugar de Cala Cortina. El tono familiar parece indicar que no era la primera vez que incumplían la ley llevándose a alguien allí. Uno de ellos incluso ha reconocido ante la juez que lo condujeron a ese lugar para «darle un escarmiento».
Las cámaras han grabado a los tres Zetas (coches policiales) yendo y viniendo de la Cortina esa noche repetidamente. Dos guardias del puerto, extrañados, preguntaron a los policías qué pasaba. «Nos aburrimos y estamos jugando al escondite», respondió uno de los agentes con la prepotencia habitual que forma parte del uniforme de tantos.
A Diego ya no se le volvió a ver hasta que apareció muerto en la Cortina dos semanas después, el 26 de marzo, dentro de una bolsa negra. «El mar se lo traga todo», dijo uno de los detenidos en una de las conversaciones posteriores que reproducimos a continuación. Pero claro, el mar se traga todo… lo que no flote. Estos tarados ni siquiera cayeron en poner un lastre (los famosos «pies de plomo» de la mafia).
Lo tiraron al mar ya muerto. Tenía la cabeza destrozada y el cuello roto. Aquí lo que dice la autopsia:
«Signos de violencia en región facial y craneal»; «destrucción de centros neurales superiores por fractura-luxación de múltiples vértebras cervicales»; «[la muerte] sobrevino con anterioridad a la inmersión del cuerpo en el mar». «Homicidio».
El País también habla de que perdió el ojo derecho por la paliza, aunque eso no lo he leído en ningún otro periódico.
12/03/2014 Su familia denuncia la desaparición de Diego
Se inician las investigaciones. Los agentes implicados mienten: aseguran a sus superiores que acudió a casa de Diego un único coche patrulla con dos policías (el operativo habitual para este tipo de llamadas; tres vehículos son excesivos a todas luces) y omiten su viaje a Cala Cortina.
06/06/2014 La investigación da un vuelco: un testigo
Las investigaciones estaban en punto muerto (tampoco creo que se esforzaran mucho por resolver el asesinato de alguien como Diego, pero esto es ya una opinión personal), hasta que un testigo contó lo que os he resumido arriba: lo de los tres coches, lo del bofetón y lo de llevarlo a la Guarida. A raíz de ahí, el 11 de junio la juez autorizó la instalación de micrófonos ocultos en los coches patrulla de estos seis angelitos… Y estas son algunas de las perlas que nos han dejado.
13/06/14 El colmo de la vileza y la degradación humana: torturas a un indigente
La víctima es un gorrilla que duerme en la calle:
—José Luis S. A: Le vamos a dar una de estas que se va a cagar.
—José Antonio C. G: Le vamos a dar en condiciones, ¿eh?
—J. L: El sábado que viene voy a coger la goma*, porque ya estoy hasta el capullo de no tener goma. Da igual, el primero que se deje una goma me la quedo, y con las mismas voy a hacerle el rodaje al gordo ese.
—J. A: Y empezar a tirarle sartenazos, pero donde pillemos.
—J. L: A las rodillas.
—J. A: ¡Tío, ahí! Con ese vamos a disfrutar, con el gordo ese vamos a disfrutar.
*Se refiere a la porra. La «defensa», por usar sus eufemismos.
Lo de atacar a indigentes indefensos es muy de neonazis. Qué mundo este. Imaginaos que os veis abocados a vivir en la calle, marginados, repudiados, pasando hambre, expuestos al frío, a la violencia de cobardes fascistas… Y por si fuera poco, la policía, en lugar de hacerte sentir seguro con su presencia, puede ser tu peor enemiga.
19/06/14 Incriminación con pruebas falsas
Se dirigen a alguien que está consumiendo cannabis en la vía pública:
—José Luis S. A: «Chacho, ¿tú qué te crees? ¿Que somos gilipollas? ¡Ponte ahí!».
[Se escucha un manotazo o puñetazo, y el grito de queja de la víctima].
—J. L: «Eso por decirme que no llevabas nada. ¿Llevas algo más? Como sigas sacando, te voy dando. Conforme sigas sacando, pues te vamos a ir dando. Al mismo compás».
(…)
—J. L. (dirigiéndose a su compañero): «Le he dado un tortazo».
—J. A: «¿Ha sido un tortazo? Creí que era un gomazo».
Más tarde, en el vehículo policial:
—J. A: Ya me has perdido un trozo. ¡Ya me has perdido el otro!
—J. L: El primero se me ha perdido.
—J. A: No… Acho, quería meterle yo a un mierda de estos otra. Quería la droga para colocársela a algún yonqui.
—J. L: ¿A quién?
—J. A: A un mierda, a un quinqui. Y así saco… hago un dos por uno».
Finalmente encuentra el trozo de droga:
—J. A: Ahora vamos a un yonqui y se le coloco. Un mierda de estos. Y te explicó cómo funciona.
—J. L: ¡Al Nene!
—J. A: ¡El Nene! (…) Es repugnante. Yo nunca he hecho esto.
—J. L: Ya, pero bueno.
—J. A: Pero es lo que me obligan, tío. Yo… sólo quiero supervivencia.
—J. L: Está claro. Tú tienes que mirar por ti.
—J. A: Hombre, yo qué sé… Que quieren actas y tal, pues actas.*
A las 3:28 horas parecen haber localizado un posible objetivo:
—J. A: Este es el candidato, ¿no?
—J. L: No nos vale.
—J. A: ¿No? ¿Es muy pesao?
—J. L: No se puede hablar con él, es medio mudo.
—J. A: Si es para meterle el acta ese y que le den por culo. Que me dé el carné y ya está. Se la metemos al subnormal este.
* Esto es como los guardias civiles a los que les piden un mínimo de multas para cobrar más. Eso no puede ser, porque, aunque no lo justifique, el ir a comisión de multas (o de cantidad de droga incautada) fomenta este tipo de actos repugnantes. Y para cubrir el expediente, es mucho más fácil actuar contra el camellito de turno, el yonqui o los chavales que fuman porros en un parque, que atacar a quienes verdaderamente se enriquecen con el narcotráfico.
19/06/14 Tenencia ilícita de armas
Nuestros torrentes buscan a un hombre como presunto autor de varios robos:
—José Antonio C. G: Lo mato a palos, y si lo pillo cerca del Mercedes ya ni te digo na’. Si lo pillo cerca del Mercedes muere.
—José Luis S. A: Deberíamos ir antes de que nos arrimemos al tío a decírselo a la Sala, que mande una ambulancia (Previsor, el chico).
—J. A: La ambulancia, un tiroteo ahí en Soldao Rodríguez *. Cojo las balas estas que me ha dado mi padre…
—J. L: Claro, coges el revólver que te iba a decir yo ahora, y aquí no ha pasao nada.
—J. A: Y aquí no iba a pasar ni plas. Del nueve corto también quiero balas yo, si tienes tú por ahí.
—J. L: Tengo pocas. Vamos a probarla ya. ¡Pa, pa, pa, pa!
(…)
—J. A: Esa es la pistola para hacer el trabajo sucio, nene. Una pistolica que tengo yo ahí… full, full equip. Es de la Guerra Civil, así, estilo nazi».
—J. L: ¿La tienes sin papeles ni…?
—J. A: «¡Eso qué papeles ni capullo va a tener! Eso lo meten en la base y ha sido Franco el que ha disparado. Ha sido Primo de Rivera el que ha matao a ese tío.
Luego dice que se la compró por «treinta euros en la palma de la mano» a otra persona que también está siendo investigada. Yo creo que debería estar siendo investigado igualmente su padre, quien supuestamente le ha dado las balas.
* Supongo que se refiere a la calle Soldado Rosique.
18/06/2014 Emprendedores
Hablaban de un posible «negocio» de seguridad que está ideando Gregorio Javier García Miras, del que haría partícipes también sus compañeros:
—Gregorio Javier García Miras: ¡Eso sí, no quiero detenidos!
—José Carlos M. L: ¡No quiero prisioneros! ¡Todos muertos!
—G. J: ¡Hay un mar estupendo! Todo lo que rodea mi castillo…
—J. C: ¡El mar se lo traga todo!
—G. J: No quiero que me contéis que habéis matado a alguien. Es una cosa que no quiero saberla.
—J. C: No te preocupes. ¡Confía en el compi!
—G. J: Bueno, sí. Me gusta, me gusta saberlo, ¡ja, ja, ja!
27/06/14 Desayuno con asesinos
Mesón El Yunque. Desayunan los seis policías corruptos, preocupados por la investigación sobre el asesinato de Diego:
«Si es que no tienen nada, no tienen nada, no pueden tener nada».
«Pues yo cuando fui a hablar con este, estaba tan preocupado que se estaba tomando una tila».
01/08/14 Nuevas torturas en comisaría y más sadismo
Atentos al nivel de sadismo, que ya se apreciaba cuando hablaban el 13 de junio de lo bien que se lo iban a pasar golpeando al indigente. Esta gente está muy enferma:
—Gregorio Javier García Miras: Han citado a todo el mundo: a los Lince…
—José Carlos M. L: Todos los que intervinimos. Acho, hubo unas señoras torturas (…) pero todos, todos esos, todos los que estábamos allí, alguno más… Acho, pero unas señoras torturas. Cogió el Sanguinario, el Rubén, cogió el biombo ese que hay ahí en lo del DNI y lo puso… lo atravesó ahí en medio para que no vieran desde las casas lo que estaban haciendo. Entre el Dani, el jefe de turno, el que se ha ido… no veas. Hubo sangre. Estuvo muy bien, yo lo pasé muy bien… (…) Ahora el turno cuarto, seis imputados. Los seis. Cuatro torturas y dos omisión de… eso, ¿cómo se dice eso?
—G. J: Del deber de socorro.
—J. C: No: omisión del deber de perseguir delitos.
—G. J: Y lo otro también puede ser. Te está pidiendo socorro y auxilio [Aquí sigue el sadismo, imitando cómo suplicaba el pobre hombre]: ¡No me peguen más, señores policías! ¡No me peguéis más! ¡Ayudadme, ayudadme! Y los otros ahí: ¡dale, dale, dale!
Esta conversación se encuadra en el marco de una próxima declaración ante sus superiores por haberse «excedido» con el detenido en comisaría. Está claro que no estaban muy preocupados por las posibles consecuencias de sus actos, ni mostraban el menor síntoma de arrepentimiento. Y ese es uno de los problemas: que estas investigaciones internas, cuando se dan, quedan en nada; que son prácticamente impunes, y lo saben.
06/10/14 Detención
Detienen sólo a esos seis, a pesar de que muchos de sus actos, como las palizas en la comisaría, no pueden llevarse a cabo sin el conocimiento, cuando no colaboración de otros compañeros, como el tal Dani del que hablan el 01 de agosto.
Se llega a su detención principalmente gracias a las declaraciones de dos valientes testigos, el vecino de Las Seiscientas y un vigilante de seguridad que ahora, sabiendo cómo se las gasta esta chusma, son testigos protegidos.
08/10/10 Los seis valientes declaran entre lágrimas ante la juez
Estos valientes reconocieron entre lágrimas y pucheros en el juicio (ay, qué poco dura el valor de los machotes de manada…) que llevaron a Diego a Cala Cortina ilegalmente, pero según ellos cuando llegaron allí se escapó y ya no volvieron a verlo. Todo muy lógico, un adicto con un estado de salud pésimo pudo escaparse de seis policías. Aun así, eso no explicaría por qué callaron a pesar de que había una denuncia por desaparición de su familia desde el mismo 11 de marzo, por qué callaron también cuando se descubrió el cuerpo y siguieron callando durante siete meses, hasta que les pillaron. Y por si fuera poco, las versiones se contradicen y han ido cambiando: uno llegó a decir que Diego cayó por un acantilado al intentar escapar.
Además, es perfectamente proporcional que acudan tres coches patrulla a la llamada de auxilio de una persona, y esos viajes ida y vuelta de la Cortina… Sí, yo les creo. La juez se ve que no, porque les ha enviado a prisión provisional sin fianza. Luego, cuando llegue el juicio, ya veremos si se les condena y a qué penas y, en su caso, si se les indulta en cuanto se aparte el foco de la atención mediática (que tampoco es mucha).
Nos sobran los motivos: no a la ley mordaza
Y con todo lo que hemos leído arriba, todavía pretende el PP que sea delito grabar las actuaciones policiales. Eso nos dejaría aún más indefensos, y a los criminales de uniforme les otorgaría todavía más impunidad. ¿Imagináis a estos seis energúmenos de antidisturbios? En EEUU los ciudadanos tienen ocho veces más posibilidades de ser asesinados por un policía que por un terrorista. ¿Queremos eso aquí? No a la Ley de Seguridad Ciudadana, no a la ley mordaza.
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SEGUNDA PARTE: VERGÜENZA ME DARÍA…
https://www.votaycalla.com/verguenza-daria/#.WdAoimi0NPY
Actuaciones como las que desenmascaran las grabaciones a los policías cartageneros son extremadamente graves. Podríamos aferrarnos, para tranquilizarnos, a la teoría que esgrime la derecha cada vez que nos encontramos ante casos semejantes: no pasa nada, son sólo media docena de huevos podridos. Pero hay actitudes que dejan poco lugar a la esperanza: me refiero al corporativismo del que ya hablamos en esta otra entrada. Por desgracia, esto no se da sólo en las FCSE, es una epidemia muy extendida: ahí tenemos a tantos militantes de partidos políticos.
Si yo fuera policía, estaría presionando desde dentro, utilizando todo lo que estuviera en mi mano, recogida de firmas incluida, para que estos animales y los que les han amparado, no vuelvan a vestir el uniforme jamás. Y sin embargo, ¿qué han hecho los compañeros de los policías corruptos? Pues… ir al juzgado a darles apoyo moral.
No acabo de imaginar las conversaciones: «Arriba ese ánimo, José Luis; no te hundas, Sanguinario, tío; tiene cojones que os juzguen a vosotros por limpiar España de escoria, así está el país…».
Por otra parte, nos dicen en los medios que un grupo de agentes de dicha comisaría, convencidos de que los detenidos son «completamente inocentes», está intentando llevar a cabo una investigación por su cuenta para encontrar al «verdadero» culpable del asesinato de Diego Pérez. A ver si le van a echar el muerto a otro yonqui, como hacen con la droga…
Es indignante. Si es que —aunque la cosa parece bastante evidente— da igual que esos seis corruptos hayan asesinado a Diego o no; entendedme: lo que quiero decir es que en las grabaciones queda perfectamente claro, entre otras actuaciones estelares, que torturaron en comisaría y que disfrutaron con ello. ¿Qué más necesitan para repudiarles? A no ser que el resto estén metidos también en berenjenales semejantes, y ya se sabe: yo te rasco la espalda y tú me rascas la mía.
Porque dudas, pocas o ninguna: la conversación del 01 de agosto que transcribíamos en el artículo anterior, se refiere a las torturas que llevaron a cabo en comisaría el 05 de julio. Pues bien, como en la contabilidad b del PP, al cruzar los datos, todo coincide: esa noche del 05 de julio detuvieron por robo a siete jóvenes (dos de ellos menores de edad). Según El País, un testigo vio a uno de los menores (valientes, los policías…) salir de comisaría con los ojos morados. Lo que el menor contó en su momento coincide con lo escuchado en la grabación policial: que le golpearon, que pusieron un biombo «para que no vieran desde las casas lo que estaban haciendo»…
También me llama la atención que compañeros y algunos medios hablen como un eximente de que el incidente con el asesinado se les pudo «ir de las manos», como si debiéramos aceptar con naturalidad que la policía golpee a ciudadanos, hayan estos delinquido o no. Y de eso nada, oigan. Ni siquiera mediando provocación. En una manifestación o en una comisaría, aunque a un policía se le insulte este tiene que aguantar, jamás puede responder a una provocación verbal con un puñetazo, pongamos por caso, por el principio de proporcionalidad. Pero eso es sólo la teoría, todos sabemos que si insultas a un policía lo menos que te puede pasar es lo que le sucedió hace quince días a este pobre hombre, también en Murcia, por decir «Mira los hombres de Harrelson»: [enlace a la noticia]. Y si se te ocurre darles un bofetón, te esposan y te matan aunque tengas 66 años (esta otra muerte corre a cargo de la Guardia Civil de Archena).
¿Y sus asociaciones, los sindicatos…? Pues tampoco va la cosa mucho mejor. La Unión Federal de Policía (UFP) presentó una denuncia en el juzgado por los micrófonos ocultos colocados en los tres coches patrulla de los malnacidos del artículo anterior, y que han servido para incriminarles. Además, han emitido una nota de prensa en la que manifiestan «incredulidad» ante la noticia, amenazando con tomar acciones legales «ante cualquier agresión, insulto o incidencia, a los funcionarios de esa comisaría local».
Mientras, los criminales de uniforme van a denunciar a Asuntos Internos por «torturas», por haber sufrido lo mismo, exactamente lo mismo que tienen que aguantar tantos ciudadanos detenidos (excluyendo los golpes, que pegar a un compañero está feo).
LA CABRA TIRA AL «VALLE»
En Cartagena hemos podido comprobar por las grabaciones que hay policías que se quedan con la droga incautada y que incriminan con pruebas falsas. Pero ¿todo eso no eran bulos? Pues no, claro que no. Habrá quien piense que esto sólo ha ocurrido en Cartagena, y únicamente en esta ocasión. Pues nada, majos: ¡arre!
Atendiendo a sus conversaciones barriobajeras, no parece que fuera la primera vez que trapichean con droga, que torturan… Estos diálogos de tarugos dejan entrever una alarmante sensación de impunidad. Si hubieran imaginado que sus actuaciones podían tener algún castigo, no hubiesen hablado con tanta ligereza. ¿Cuántas víctimas como estas habrá habido? ¿Cuántos indigentes, yonquis, delincuentes de poca monta que, por descontado (como los menores torturados el 05 de julio), no acuden a la comisaría donde fueron golpeados a denunciar? Atendiendo al tiempo que llevan estos enfermos en el cuerpo (la media de edad de los seis policías que se encuentran en prisión provisional es de 32 años), la lista puede ser espeluznante.
NO SERÁ PARA TANTO SI CASI NUNCA SALE EN LAS NOTICIAS
Hay varias causas para esto, aunque la razón principal es que el periodismo español, salvo escasas excepciones, apesta:
- Por un lado, como nos dicen en Zoom News, «Son contadas las ocasiones en las que la Unidad de Asuntos Internos aparece en la prensa. Sus servicios suelen ser de “consumo interno” y pocas veces trascienden a los medios». De ahí que los FCSE estén mejor valorados que otras instituciones en el CIS.
- Los medios de comunicación se encargan de que hasta el más desconectado de la actualidad informativa se entere de que se ha quemado una papelera en una manifestación, mientras que hechos como estos, infinitamente más graves, se ocultan a la opinión pública.
- También informan con bombo y platillo de las medallas (que en muchas ocasiones suponen aumentos de sueldo) que se les otorgan por realizar su trabajo. «Policías capturan a un pederasta»; pues claro, no lo va a detener un grupo de carpinteros, a quienes nadie les sube el sueldo por hacer bien un armario.
- Tampoco hay que olvidar que muchas agresiones quedan sin denuncia porque los ciudadanos sabemos de la impunidad policial, del trato de favor que reciben de la Justicia. Por ejemplo: los antidisturbios denunciados por agredir a periodistas el 22Mhan sido absueltos recientemente, y eso a pesar de los vídeos probatorios. Aquí lo que dice al respecto una de las periodistas agredidas, que se lo toma con humor (no nos queda otra):
No esperabamos menos con 3 videos agresiones, 2 nr. placa y 2 partes médicos no podían condenarlos ;D #tuserio @gabricax@eljibia @LegalSol 11:29 – 16 oct. 2014 · Madrid, Comunidad de Madrid No puedo por menos que volver a levantar la voz contra la ley mordaza, que no tiene más razón de ser que la obvia, la misma por la que les ha costado tanto a los antidisturbios (y les cuesta, todavía, en ocasiones) ir convenientemente identificados: que los abusos policiales, que empiezan a ser demasiado evidentes porque todos llevamos ya una cámara siempre a mano, vuelvan a ser difíciles de demostrar, y así la Justicia no quede tan en evidencia. Si no, que alguien me explique por qué un miembro de las FCSE estaría en contra de que se le pueda grabar trabajando. Si actúa correctamente, no tiene nada que temer. Pero claro… Seguro que estos policías de Cartagena son los primeros en aplaudir la ley mordaza. No es ya que la mal llamada Ley de Seguridad Ciudadana sea un atropello, es que debería haber cámaras en cada rincón de las comisarías y de los CIE, y todos los coches patrulla tendrían que llevar también dispositivos de grabación, con conocimiento de los agentes, por supuesto. Sin embargo, la citada UFP dice que eso sería una «intromisión». En los foros de Policía también se echan las manos a la cabeza cuando alguien plantea algo semejante. ¿Por qué? Hay multitud de oficinas donde se graba continuamente a los trabajadores, y no pasa nada. Así se disuade a los empleados de que roben material de oficina o se pasen la jornada laboral metidos en Facebook. Y hablamos de empresas privadas, mientras que los policías son funcionarios públicos, así que ¿cuál es el problema? Volvemos a lo de antes: si actuaran correctamente, ninguno. |
18/06/2014 PALIZA ENTRE SEIS POR NO QUERER BAJARSE LOS PANTALONES EN LA VÍA PÚBLICA
No incluí este caso en el artículo anterior porque los denunciados, aunque forman parte de la misma comisaría que los agentes detenidos por el asesinato de Diego Pérez, son otros policías. Así que los huevos podridos de esa comisaría de Cartagena serían ya una docena, mínimo.
La cosa fue así: un matrimonio paseaba en compañía de una tercera persona, con tal mala suerte que se toparon con un grupo de policías. Estos cachearon al marido (Francisco B. R.) y le ordenaron que se bajara los pantalones para continuar el registro. Él no quiso desnudarse en medio de la calle, aunque se ofreció a ir a «cualquier portal, que hay muchos abiertos». Entonces los agentes comenzaron a golpearle allí mismo, delante de su mujer y del otro testigo. Después lo esposaron, lo subieron a un coche y se lo llevaron a un lugar escondido cerca de Cala Cortina (¿a la Guarida?) donde lo apalearon brutalmente entre seis agentes. A continuación, porque la policía también tiene su corazoncito, lo trasladaron a urgencias.
El parte de lesiones del hospital del Rosell dice: «herida inciso-contusa en labio superior derecho y en la zona de la barba y mentón; erosiones en ambas rodillas…». Le tuvieron que dar seis puntos.
Siguiendo su modus operandi habitual, los policías denunciaron también a la víctima por «lesiones». Sería antes de que lo esposaran… Sí, alguien desarmado agredió y consiguió lesionar a seis policías entrenados. No me cabe ninguna duda.
4 Comments
Para quitarse el sombrero, más periodismo como el vuestro tendría que haber. Ya basta de tanto abuso e impunidad!!
Hace más de un siglo, ya nos alertaban del fin de la verdad:
“Me pagan 150 dólares semanales para que no publique mi honrada opinión en el periódico en el cual he trabajado tantos años. El trabajo de periodista de Nueva York consiste en destruir la verdad, mentir claramente, pervertir, envilecer (..) Vosotros lo sabéis, y yo lo sé; así pues ¿a qué viene esa locura de brindar a la salud de una prensa independiente?”.
John Swinton (1829-1901)
Saludos y muchas gracias por comentar
Hola, gracias y enhorabuena por vuestro trabajo. Después de leer todo me surge una duda, por lo que explicas parece que había indicios suficientes para concluir que fue intencional ¿por qué entonces el juez lo consideró homicidio imprudente?
Por otra parte, ¿qué crees que predomina en esa comisaría, los que condenan esos hechos o los que de un modo más o menos abierto los respaldan o toleran?
Gracias por comentar, Tomás
La protección que jueces y policías se brindan mutuamente es tradicional (y en muchas ocasiones es incluso evidente).
Por lo demás, el apoyo de sus «compañeros» fue intenso y explícito. Y la Comisaría entera fue investigada.
Da grima. Sobre todo porque no fue un caso aislado.
Saludos