¿FEMINISMO NEOLIBERAL? Ya; y pajaritos preñados // Huelva: esclavitud laboral y sexual en los campos de Fresas

[1]  Huelva: esclavitud laboral y esclavitud sexual en los campos de fresas

Por AUSAJ 

«Acosadas, insultadas y violadas, eso es cotidiano para miles de mujeres que trabajan en los campos de tomates y fresas de España, Italia y Marruecos»… Así comienza el reportaje que los periodistas de la revista alemana Correctiv, Pascale Müller y Stefania Prandi,  han realizado en los campos de fresa de Huelva y en el que describen un auténtico infierno para las trabajadoras del campo de Huelva, venidas principalmente de Marruecos. El reportaje se ha publicado el pasado 30 de abril y hasta el momento no ha tenido apenas repercusión mediática alguna en nuestro país (nuestros periodistas no descubren, no investigan la noticia; pero tampoco la difunden). Los pobres no venden. De hecho, gracias a la alerta de nuestros lectores, hemos podido comprobar que el silencio informativo llega hasta tal punto que alguno de los pocos artículos  que se han hecho eco del trabajo de los periodistas alemanes hasta el momento, había sido objeto de una cierta forma de censura, de ocultamiento, al desaparecer por un tiempo del índice principal del diario en que publicaba (caso del “diariodehuelva.es”). El esfuerzo en redes sociales por parte de nuestros editores y suscriptores ha propiciado que se revierta la situación y se inicie una lenta difusión de esta tremenda problemática, esfuerzo en visibilizar el problema que continua con la publicación de este post.

El relato se centra en Kalima, un nombre falso con el que los periodistas intentan proteger a su protagonista, trabajadora agrícola de origen marroquí, que como otras “docenas de trabajadoras” asegura haber sido víctima de violaciones, maltrato físico, hostigamiento, acoso  y chantaje. “Me dijo que si no hago lo que él quiere, me matará”, afirma Kalima a los dos investigadores de corrective.org.  La historia de Kalima termina –como muchas otras- con ella renunciando a defender sus derechos, su integridad en el Juzgado, marchándose a su país, con lo que su familia, que depende de ella, se queda sin sustento; mientras tanto, su agresor permanece en su puesto de trabajo.

Además de los abusos y violaciones que se producen en el contexto laboral, el resto de condiciones de trabajo que los trabajadores relatan son execrables. El alojamiento que se le ofrece a los temporeros son chamizos, en los que se hacinan  sin ninguna condición de higiene, se les exige cumplir con horarios esclavizantes y se les recompensa con pagas de miseria, todo ello mientras reciben insultos y gritos constantes por parte de los responsables al desempeñar  su trabajo.

Según el reportaje de los investigadores alemanes, las estadísticas de abortos en la temporada de trabajo aumenta considerablemente; muchos de esos abortos provienen de las violaciones que están sufriendo las trabajadoras, violaciones que están quedando impunes.

La precariedad en el trabajo en el campo, la explotación laboral en este sector, no es una cuestión nueva; se conoce desde hace mucho. Pero esa precariedad se intensifica en el caso de temporeros inmigrantes, que en estos tiempos suponen la mayoría de los trabajadores del sector, sobre todo en grandes empresas o explotaciones. La discriminación es múltiple: se les discrimina por pobres, por extranjeros y en el caso de las trabajadoras, además, por ser mujer. El silencio ahoga sus gargantas. Aunque griten, nadie les escucha.  Que además se abuse de ellas y se les viole casi de una forma sistemática (“cada noche una mujer”, se dice por la trabajadora que denuncia ante los periodistas alemanes), eleva la ignominia a una categoría que supera lo intolerable.

La situación descrita por los reporteros alemanes no es ninguna hipérbole. Las terribles condiciones que sufren actualmente los trabajadores del campo, pero sobre todo las trabajadoras, en Huelva ha podido constatarlas el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). Como han confirmado a AUSAJ desde el Sindicato, sus representantes en la provincia han observado por sí -debiendo superar los obstáculos que los empresarios y propietarios de las fincas les ponen para visitar a los trabajadores-, las lamentables condiciones en que viven y desarrollan su trabajo los temporeros, y han podido escuchar de viva voz los espeluznantes relatos de las mujeres en los que cuentan las agresiones sexuales que sufren; los trabajadores viven instalados en el miedo. Como nos han confirmado sus representantes, el SAT intenta superar la impotencia que les causa la situación mediante la acción sindical y el ejercicio de la acción judicial. Para ello cuentan con toda la ayuda que AUSAJ les pueda brindar. A pesar de ser un Sindicato de menor implantación en la provincia, es el único que se está preocupando por la situación de estos trabajadores; los más desfavorecidos.

En efecto, como recogen los periodistas alemanes, “el único sindicato que comenta este tema es el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT)”. Si la situación de los trabajadores es alarmante, el silencio que la rodea es todavía más preocupante. Los periodistas afirman también que la Administración, las instituciones locales, los sindicatos y las organizaciones de derechos de la mujer,  guardan silencio o “niegan e ignoran el tema en las entrevistas con Correctiv”. Entre dichas organizaciones citan a la Cruz Roja, Cáritas, y “Huelva Acoge”, entre otras. Como dice uno de los representantes del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) en el reportaje alemán, “en Huelva, la explotación del trabajo agrícola raya la esclavitud, pero las autoridades, la Policía, la Inspección de Trabajo… todos, miran hacia otro lado”.

Ese silencio de aquellos que podrían evitar ese lamentable estado de los trabajadores es lo que más nos inquieta y en el que consideramos (además, obviamente, de la denuncia por las víctimas de las agresiones concretas que se cometan contra ellas), se ha de poner el acento en la persecución judicial de esta sangrante y evitable situación.

Nos preocupa ese silencio y el ejemplo de mujer objeto –desde, insistimos, una perspectiva múltiple- que la situación representa. En estas semanas se nos ha bombardeado en todos los medios con el “éxito” de la Convocatoria de Huelga feminista; huelga que inusitadamente  iguala a explotadores y explotados (desviando, creemos, el sentido de la reivindicación hasta el punto de convertirla en una suerte de “perfomance”). La trivialización, la protesta sin un fin concreto, convierte en estéril el esfuerzo.  Convencidos de que ese no es el camino para el afianzamiento definitivo del cambio de paradigma  (de mujer-objeto a mujer-sujeto), acompañamos la reflexión de hoy con un interesante articulo de Marat sobre el 8-M, que incide en esa necesidad de no perder la perspectiva de clase más allá de la diferencia de género, y un par de propuestas sobre una revisión de los delitos sexuales en la Historia.

Como sociedad, estamos contribuyendo, consintiendo la esclavitud laboral; ahora también la esclavitud sexual. Las víctimas más desfavorecidas no están obteniendo la solidaridad que merecen, ¿vamos a hacer algo para evitarlo?

 

 

Sumario:

[1] Huelva: esclavitud laboral y esclavitud sexual en sus campos, por AUSAJ

[2] “Él viene por la tarde”, por Perico Echevarría

[3] Huelga Feminista del 8M: La Reina Leticia y la Virgen María se hicieron partisanas, por Marat

[4] Analisis de «Historia de la violación. Su regulación juridica hasta fines de la Edad Media», por Elena Martinez Barrios

[5] Violación y estupro. Un ensayo para la historia de los «tipos» del derecho penal, por José Sánchez-Arcilla (para descarga)

 

 

[2] “Él viene por la tarde”

Por

Artículo publicado el 14 de mayo de 2018 en
 
 
Un aterrador reportaje de investigación sobre violaciones de mujeres, maltrato y explotación en la fresa de Huelva.
 
Se denuncian terribles casos de abusos sexuales, maltrato físico, condiciones laborales rayanas en la esclavitud, y una manta de silencio  patronal y administrativo que pone los pelos de punta.
 
 

 

Una investigación desarrollada por correctiv.org, la reputada organización alemana dedicada al periodismo de investigación “independiente, sin publicidad y sin ánimo de lucro” relata un auténtico infierno laboral y personal para decenas de mujeres que emigran desde el este europeo y países africanos a la Europa que produce productos agrícolas.

Correctiv.org ha publicado entre el 30 de abril y el 3 de mayo de este año una serie de demoledores reportajes, financiados a través de crowdfunding y con la ayuda de la Fundación suiza Volkart, en los que denuncia terribles casos de abusos sexuales, maltrato físico, condiciones laborales rayanas en la esclavitud, y una manta de silencio  patronal y administrativo que pone los pelos de punta.

El informe, realizado en colaboración con RTL, Nachtjournal y Buzzfeed News, está dividido en tres extensos artículos que incluyen declaraciones de las personas afectadas, representantes sindicales y organizaciones no gubernamentales que tratan de denunciar los casos y alertar, sin mucho éxito, según corrective.org, a las autoridades. Los artículos se centran en la región de Souss-Massa, en el Sur de Marruecos, en la Puglia Rosa italiana y en los campos de fresas y frutos rojos onubenses.

El dedicado a los campos de Huelva fue el primero de ellos y se publicó en la web de la organización el 30 de abril con el título Él viene por la tarde, firmado por Pascale Muller y Stefania Prandi.

El relato se centra en Kalima, un nombre falso con el que los periodistas intentan proteger a su protagonista, trabajadora agrícola de origen marroquí, que como otras “docenas de trabajadoras” asegura haber sido víctima de violaciones, maltrato físico, hostigamiento y chantaje. “Me dijo que si no hago lo que él quiere, me matará” aseguró Kalima a los dos investigadores de corrective.org.

Kalima trabaja en una granja de fresas a pocos kilómetros de Palos de la Frontera, y describe la vida en el campo onubesnse como “un infierno”. Asegura que comparte una habitación con otras cinco mujeres, y con acceso a ducha sólo una vez a la semana. No es lo peor, su mayor temor es Abdelrahman, el supervisor de su cuadrilla, precedente, también Marruecos.

“Él viene por la tarde”, cuenta Kalima a los reporteros de corrective.org, “tiene los números de teléfono de todas las mujeres y las obliga a mantener relaciones sexuales, “cada noche con una mujer. “Si dices que no, te castiga en el trabajo”.

Los trabajadores del campo palermo, aseguran los periodistas,  llaman al asentamiento en el que se estarían produciéndo los abusos «la casa de las mujeres que lloran», y afirman  disponer de testimonios que coinciden en denunciar los abusos y las violaciones. También asegura que no le ha resultado fácil obtenerlos. Cuentan que hay auténtico miedo a hablar con periodistas porque el jefe de la compañía, “Juan”, es “cruel y sin corazón” y temen las consecuencias.

Él viene por la tarde”, cuenta Kalima a los reporteros de corrective.org, “tiene los números de teléfono de todas las mujeres y las obliga a mantener relaciones sexuales, “cada noche con una mujer. “Si dices que no, te castiga en el trabajo”.

”Juan nos grita porque hablamos árabe, a veces no les permite ducharse durante toda una semana, con temperaturas de más de 40 grados, no consiente que haya descansos, exige más y más cajas de fresas, y golpea a los trabajadores”, según los testimonios de las mujeres que han accedido a hablar con Muller y Prendi. “Es el infierno en la tierra”.

Según ambos periodistas, las trabajadoras  se quejan también de que el sistema judicial “apenas viene en su ayuda”. Han hablado con “docenas de trabajadores en la región de Huelva, la mayoría de ellos marroquíes, que dicen haber sido hostigados, violados, chantajeados, maltratados físicamente o insultados por sus superiores.

Muller y Prendi también relatan que “los lugareños no quieren hablar de negocios con periodistas”.

La reiterada solicitud de comentarios de correctiv.org no ha sido respondida por organizaciones comerciales regionales como Freshuelva. Tampoco por el ministerio de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía. Sin embargo, aseguran que “todo el mundo ha escuchado que hay abusos, pero nadie habla de eso”, y hace mención a un comunicado escrito por Pastora Cordero Zorrilla, de Comisiones Obreras,  cuyo enlace aportan en la publicación. Los periodistas afirman también que las instituciones locales, los sindicatos y las organizaciones de derechos de la mujer, “niegan e ignoran el tema en las entrevistas con Ccorrectiv”. Entre dichas organizaciones citan a la Cruz Roja, Cáritas, y “Huelva Acoge”, entre otras.

LA BARRERA DEL IDIOMA A LA HORA DE DENUNCIAR

Un oficial de la Policía Local de Palos de la Frontera esquivó el tema asegurando que “el abuso sexual no es algo español”.

El reportaje de Correctiv.org no pasa por alto al sistema judicial, y asegura que las mujeres que han entrevistado se quejan de que no hablar español supone un freno a la hora de interponer denuncias y probar el abuso en los tribunales. Tampoco salen ben paradas las fuerzas policiales. Muller y Prendi afirman que cuando preguntaron acerca de investigaciones o estadísticas en sobre violencia y abuso sexual en lo campos de fresas, un oficial de la Policía Local de Palos de la Frontera esquivó el tema asegurando que “el abuso sexual no es algo español”.

La consecuencia, continúa el terrible reportaje de correctiv.org, “es que solo unos pocos casos llegan a ser juzgados en el tribunal. Aunque si algunos. Muller y Prendi citan el caso de Martín, Carlos Ramón y Ambrosio, que en abril de 2014 fueron condenados por “violaciones de la integridad moral y acoso sexual” a trabajadoras marroquíes que habían trabajado para ellos en 2009. La sentencia citada considera probado que Martin, Carlos Ramón y Ambrosio insultaron a las a las mujeres llamándolas “perras” y amenazándolas con enviarlas de regreso a su país de origen.

“Hay una pista más”, cuentan Muller y Prendi: “la tasa de aborto en Palos de la Frontera es muy alta, y la mayoría de las mujeres que abortan son trabajadoras extranjeras”.

El dato fue confirmado a corrective.org por Josefa Mora Gómez, una trabajadora social que “debe aprobar cualquier solicitud de aborto que se realice allí” Mora asegura que durante la temporada de cosecha, cuando llegan las trabajadoras extranjeras, hay un aumento considerable en las peticiones de abortos voluntarios. En 2016, la cifra alcanzó los 185 abortos en Palos y la ciudad vecina de Moguer en 2016,  el 90 por ciento de los cuales fueron solicitados por trabajadoras agrícolas marroquíes, rumanas y búlgaras”. Mora sospecha que muchos abortos “podrían deberse a una violación”.

Según los investigadores de correctiv.org, “el único sindicato que comenta este tema es el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). En Huelva tienen solo dos representantes, José Antonio Brazo Regalado y su esposa. “Mientras recorre las hileras de invernaderos, explican por qué, en su opinión, el abuso sexual es un tabú en Huelva”, relatan a Muller y Prendi. “Una mujer vino a nosotros llorando porque su jefe había abusado  de ella. La sensación de impotencia es total. Ella no podía hacer nada. Es imposible”. Lo sindicalistas del SAT aseguran que “no pueden ayudar a esas mujeres, porque dependen de que denuncien los abusos, pero están demasiado asustadas. Es un círculo vicioso. En Huelva, la explotación del trabajo agrícola raya la esclavitud, pero las autoridades, la Policía, la Inspección de Trabajo… todos, miran hacia otro lado”. Además, Brazo Regalado se queja de que su sindicato no puede visitar a los trabajadores en los campos, porque si lo intenta, los granjeros lo amenazan.

Los productos cultivados en los campos objeto del reportaje de correctiv.org reciben un certificado Global GAP (“Buenas Prácticas Agrícolas” cuando son procesadas y envasadas el consumo final,). Global GAP es una compañía que crea estándares que certifican productos agrícolas para su seguridad y sostenibilidad. Según la compañía, Global GAP es la certificación de seguridad alimentaria no gubernamental más utilizada en el mundo.

Global GAP podría descubrir que los hechos denunciados suceden el seno de la cooperativa más grande de la zona, Sociedad Cooperativa Andaluz de Santa María de la Rábida”, que opera bajo la marca “Fresón de Palos”.

Correctiv.org asegura que esta compañía desconocía los hechos denunciados por la organización alemana, pero que “quiere verificar las acusaciones ahora”. “El bienestar social de los trabajadores agrícolas es uno de los contenidos más importantes de Global GAP” de los estándares desarrollados por la empresa. Las acusaciones de explotación sexual en la región de Huelva “son criminales y no pueden ser toleradas bajo ninguna circunstancia”. Según los periodistas Muller y Prendi, “Global GAP podría descubrir que los hechos denunciados suceden el seno de la cooperativa más grande de la zona, Sociedad Cooperativa Andaluz de Santa María de la Rábida”, que opera bajo la marca “Fresón de Palos”. En 2014, la cooperativa estaba considerada el “mayor productor de fresas de Europa”. CORRECTIV asegura que ha tratado de recabar, a través de una solicitud cursada por escrito,  la opinión de la cooperativa Santa María de la Rábida, sin obtener respuesta.

Los hechos denunciados en los reportajes de la prestigiosa organización de periodismo independiente podrían convertirse en una pesadilla alemanapara los agricultores onubenses. El art´ñiculño dedicado alos campos onubenses termina asegurando que “es probable que las fresas de los campos de Huelva, donde la explotación sexual de las mujeres es un lugar común, terminen en muchos supermercados en Alemania.

Un ejemplo: Corrective ha encontrado fresas de la cooperativa andaluza Santa María de la Rábida en un supermercado Lidl en Renania del Norte-Westfalia.

No obstante, corectiv.org segura que “previa solicitud”, el Grupo certifica “la responsabilidad social y ambiental, consagrada en sus políticas corporativas”, y que sus proveedores “también están obligados a hacerlo”. “Nos desvinculamos de las violaciones a la ley laboral y humana de cualquier tipo. Si tenemos hechos concretos sobre las violaciones de estas disposiciones, damos seguimiento y tomamos las medidas adecuadas”, dijo la compañía.

“Los médicos les dicen que sin pruebas, como una muestra de semen, será difícil actuar en contra de su supervisor”.

En cuanto a todas las mujeres con quienes Corrective ha hablado en Italia, Marruecos y España, “situaciones como las de Kalima no mejoran al ser denunciada a la Policía. Aunque se someten a un examen ginecológico y forense que certifican la agresión sexual como la causa de sus lesiones, “los médicos les dicen que sin pruebas, como una muestra de semen, será difícil actuar en contra de su supervisor”.

Kalima fue llevada a un refugio para mujeres. Después de testificar contra su violador en ante la Policía, recibió amenazas de muerte, hasta que decidió   regresar a Marruecos, renunciando a “la única forma de alimentar a su familia y a su esposo, postrado en la cama”. Una organización benéfica local les proporcionará verduras y harina de forma gratuita. La familia de Kalima no sabe lo que le sucedió en España. Su violador está actualmente pendiente de juicio. Los trabajadores confirmaron a Correctiv que a finales de septiembre de 2017, continuaba trabajando en la granja.

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Corrective.org

La investigación realizada por correctiv.org ha sido financiada por crowdfunding.correctiv.org y la Fundación Suiza Volkart  contribuyó a la financiación de la investigación. Correctiv.org se presenta como el primer centro de periodismo de investigación en Alemania, “independiente, sin publicidad y sin ánimo de lucro”. Financia sus proyectos de periodismo de investigación centrados en descubrir los abusos del poder, la corrupción y la desigualdad. La organización trabaja con 16 periodistas de investigación y defiende la idea de que “sin medios independientes y críticos” la democracia no sobrevivirá.

 

 

 

[3] HUELGA FEMINISTA DEL 8M: LA REINA LETICIA Y LA VIRGEN MARÍA SE HICIERON PARTISANAS

Por Marat

Artículo publicado el 1o de marzo de 2018 en

 

Estilo 15M en su más pura esencia

Una huelga se gana, si de parar la producción se trata, en las primeras horas de la madrugada, cuando vuelven a funcionar los transportes públicos, empieza la actividad de los grandes mercados urbanos, llegan los primeros camiones a los polígonos industriales y empieza el primer turno en las fábricas. Luego lo que queda es el comercio y la hostelería, ambos muy atomizados, y la administración.

Cuando la huelga carece de seguimiento real es habitual ver a los piquetes en las primeras horas de la mañana cortando los accesos de transporte público (trenes) o algunas vías de entrada a las ciudades. Es lo que ayer jueves 8 de Marzo ocurrió en algunos puntos de Barcelona, más por las inquietudes activistas de los independentistas, dispuestos a utilizar cualquier conflicto ajeno en beneficio propio, que por motivos realmente sindicales.

Después, si el fracaso de la paralizacion de la actividad productiva es evidente, se reconvierten los piquetes informativos en pequeñas o grandes manifestaciones que transitan por las arterias urbanas llamando a una unión de trabajador@s a la huelga, cosa que ya no se produce porque la decisión de secundarla o no se ha dado bastantes horas antes.

Es lo que vimos ayer en las ciudades españolas, con la salvedad de que en las grandes capitales las manifestaciones se daban en los centros urbanos porque en los barrios y en las periferias industriales y de comunicaciones todo estaba ya perdido, hasta el punto de que trenes, metros, autobuses y aeropuertos funcionaron con normalidad.

En las huelgas hay un dato incuestionable y objetivo: el de la demanda de consumo eléctrico. Red Eléctrica de España (REE) aporta una información que no cabe discutir:la demanda de consumo eléctrico fue prácticamente la de un día normal. Si en la producción el consumo eléctrico explica directamente la actividad (máquinas y electrodomésticos encendidos, luces y ordenadores en las oficinas, trenes,…) en la reproducción social (hogares) es también una cuestión básica. En este sentido, cabe decir, a partir de un dato contrastado como el señalado que la huelga feminista apenas existió….salvo en los medios de comunicación.

Los principales hicieron un despliegue del seguimiento de la huelga continuado a lo largo de todo el día.

Es significativo que los medios que la cubrieron minuto a minuto se centrasen sobre todo en entrevistas y opiniones de mujeres profesionales, lobbistas, tertulian@stodólog@s habituales, casos particulares de mujeres de diferentes generaciones y cuestiones varias. Junto a ello se mencionaron sobre todo las grandes manifestaciones, concentraciones, actos, performances y anecdotario de actividades más llamativas y curiosas.

La llamada “visibilización”, tan buscada por el movimiento feminista, lo fue en cuanto a que se hablara de la mujer y de los motivos que habían llevado a la huelga pero no se produjo en absoluto en cuanto a la demostración y la evidencia de la no actividad económica, de lo que es un paro, porque sencillamente éste apenas se produjo, salvo en determinados centros de enseñanza, parcialmente en hospitales y en algunas oficinas de la administración. Madrid, Barcelona y las grandes ciudades, que hubieran debido ser las muestras más palmarias del efecto visual de un gran paro, solo pudieron exhibir el éxito, éste indudable, de las grandes manifestaciones. La industria, el comercio, el transporte, el sector servicios en general, la agricultura, la construcción, etc. mostraron el desempeño propio de un día casi normal en cuanto a asistencia a los puestos de trabajo y desarrollo de la actividad laboral. Poco más añadieron los paros parciales convocados por CCOO y UGT, salvo casos concretos en determinados centros de trabajo privados y públicos, entre ellos algunas televisiones autonómicas, hospitales y el transporte de cercanías de Renfe. Los propios sindicatos hablan de alrededor de unos 5 millones de personas, sin distinguir cuántos de ellos fueron mujeres y cuántos hombres. No parece mucho, si tenemos en cuenta que el número de trabajadores ocupados es de unos 19 millones de personas, siendo el de las mujeres de más de 8,5 millones. Ello no impediría que, sin movérseles un solo músculo de la cara, los principales dirigentes sindicales hablaran de un éxito en más del 80% de las empresas. Ello podría tener ciertos visos de verosimilitud siempre que solo hubiesen parado mujeres pero los sindicatos mayoritarios llamaron a paros de 2 horas tanto a mujeres como a hombres.

En cualquier caso, siempre habrá mujeres y hombres que señalen que en su empresa paró la mayor parte de la plantilla, que los autobuses de determinada línea se retasaron o incluso algún hombre solidario en los cuidados que cuente que acabó con no se sabe cuántos dodotis. Y sera cierto todo ello. No lo pongo en duda. 

El éxito de la huelga consiste en que se hable como hito histórico de algo que tuvo muy bajo seguimiento real, no ya en aquello a lo que aludían en su manifiesto, “parar el mundo”, sino el parar la actividad económica, que continuó con gran normalidad, al margen de las manifestaciones después del trabajo.

La huelga ante todo un estado de opinión mediáticamente inducida por los propios medios del capital a lo largo de semanas y cubierta, salvo en lo que no podía cubrirse por no haberse producido, con un despliegue de medios nunca vista en otra huelga alguna en cuanto a manifestaciones, opiniones de “expert@s” en cualquier cuestión más o menos próxima al mundo femenino, imágenes y demás.

Es significativo que, mientras iba transcurriendo el día y se evidenciaba que el paro había tenido escaso seguimiento también entre las propias mujeres trabajadoras, la cuestión de la brecha salarial iba pasando a un muy segundo plano, desplazada por el omnipresente recurso argumental a la cuestión del machismo. Y es que, en el fondo, esa era la cuestión con la que se había cebado durante semanas la campaña motivacional por parte de feministas y medios de comunicación.

Cualquiera que estos días sorprendiese conversaciones ajenas próximas detectaría fácilmente que el discurso sobre el machismo como motivo de la huelga había calado entre mujeres y hombres, aunque con distintas perspectivas y, sin embargo, se había mostrado muy poco eficaz para movilizar hacia la huelga. Lo que sí es preocupante es que este tema desplazase en buena medida otros tan importantes o más como las pensiones.

¿Han visto ustedes una huelga que haya tenido mayor apoyo mediático, de los poderes políticos (hasta Rajoy no se reconoció en lo de la “huelga a la japonesa” que proponían algunas de las “dirigentas” de su partido y pidió respeto hacia las motivaciones de la misma) y comprensión de sectores empresariales como El Corte Inglés o Inditex? Ninguna de las dos empresas han destacado nunca por un respeto al sindicalismo que no fuera el de sus respectivos sindicatos. Hay sobrados casos de denuncias sobre la represión hacia trabajadores que reivindican sus derechos en ellas.

 

 

¿Conocen ustedes muchos casos de países con monarquía en la que su Reina deje libre su agenda el día de una huelga en solidaridad con la misma?

¿Tienen ustedes muchos antecedentes en los que un cardenal arzobispo de Madrid se haya pronunciado a favor de una huelga? ¿Han escuchado a algún prelado de la Iglesia Católica decir que la Virgen María la secundaría?

¿Conocen ustedes muchas huelgas en las que más de 5.400 periodistas (mujeres) hayan expresado su apoyo a las reivindicaciones de la misma? ¿Contra el ataque a las pensiones, contra los salarios de miseria, contra los contratos basura, contra la destrucción de la sanidad, contra la privatización de los servicios, contra la degradación de la enseñanza pública, contra el deterioro casi mortal de la ley de dependencia? ¿No, verdad?

¿Han visto ustedes a Carles Francino o a Àngels Barceló pronunciarse en tal estado de indignada agitación contra otras injusticias un día sí y otro también durante más de una semana?

¿Pueden ustedes asegurar que alguna huelga que recuerden ha tenido tal despliegue mediático desde la mañana a la noche, por tierra, mar y aire durante semanas?

¿Se enteraron alguna vez con tal profusión de información de que el 8 de Marzo era el día de la mujer trabajadora? Pues no, porque si algo dejaron claro las convocantes de la performance del 8M y de sus partners, que ahora todo son siglas, es que no era el día de la mujer trabajadora sino simplemente el de la mujer, algo así como el día de la madre, el de los enamorados o el de la vida silvestre, que ha sido 5 días antes de dicha fecha.

¿Se han preguntado ustedes el porqué de toda esta fanfarria solidaria de los sectores reaccionarios y de los más representativos del capital? Y, ya puestos a preguntarse, ¿se han interrogado también porqué estos sectores no se han mostrado ni en una milésima parte tan solidarios, comprensivos y festejadores de los Primeros de Mayo o de ninguna de las 12 huelgas generales que hemos conocido desde la primera de 1978 en la transición? No les vendría mal hacerlo. Pensar no es malo.

Déjense de monsergas sobre las hazañas del mago David Coperfield o sobre la conversión del agua en vino por Cristo. La auténtica magia, la de verdad, está en convertir una manifestación y sus performances y batukadas en una huelga y que gran parte del personal se lo crea. Poder mediático, creo que lo llaman. Yo diría poder hipnótico.

Y no me vengan con que los medios del capital han apoyado esta huelga para domesticarla porque sindicatos domesticados, parte de los convocantes, ya había entonces y ahora, ni para desnaturalizar sus objetivos porque ya estaban desnaturalizados. Si la huelga hubiera expresado la confrontación capital-trabajo, con una reivindicación desde la clase, con objetivos de clase y centrados en la defensa de las conquistas obreras, tengan claro que los medios de comunicación del capital hubiesen mirado para otro lado, como poco, o habrían atacado su convocatoria y sus objetivos con la ferocidad habitual que les caracteriza. Dicho esto, y para que sea un éxito, bajémonos los pantalones y hagamos una convocatoria interclasista y transversal, trabajadora-patrona, que con reivindicaciones ajenas a un carácter de clase vamos a conseguir mucho. No hay más que ver las grandes vitorias del 15M.

Seguramente habrá mentes bienintencionadas que digan que bienvenido sea todo apoyo si la causa lo merece. Doble mentira, la de considerar que todo apoyo es válido, cuando puede que sea enemigo de una reivindicación que lo merezca por justa, y por validar el mérito de una huelga que es confusa en contenidos, alejada del significado histórico asociado a la huelga general, la defensa de las reivindicaciones de la clase trabajadora en su conjunto y el carácter de clase contra clase propia de la misma.

Desmenuzaré cada una de las tres afirmaciones porque vivimos tiempos en los que la ignorancia es un mérito conquistado con el esfuerzo de quien no quiere saber para no incomodar a su conciencia y en los que el cinismo alcanza cotas de arte. Y ello se da por igual a quienes consideran que los antagonismos entre las clases sociales son un antigualla como para los que se llaman a sí mismos comunistas, mientras sin ningún pudor se ciscan en lo que esta ideología significa y conlleva.

La huelga es un arma histórica de la clase trabajadora. La primera de la historia que algunos conocemos es muy remota. Nada menos que de 1152 antes de Cristo.

Por su naturaleza, la huelga es de producción, precisamente porque expresa el antagonismo capital-trabajo allí donde se produce de modo directo.

Hace tiempo, en la época del 15M hubo quienes teorizaron huelgas ajenas a los sindicatos y quienes como la CGT plantearon huelgas de consumo. Si sindicalmente careces de fuerza puede que salgas por peteneras y niegues la base social e ideológica de la propia huelga. Todo por el oportunismo. Al fin y al cabo CCOO y UGT son los sindicatos 2 y 3 de la patronal, la izquierda es un ejemplo de complicidad sistémica y muchos autodenominados comunistas insultan al comunismo sin pudor ni sentido alguno de la responsabilidad que debieran contraer con aquello en lo que dicen creer.

Pero los combativos, CNT en concreto, pueden aún ser más contradictorios consigo mismos. Así, este sindicato libertario y que, por principio, no reconoce la representación del Estado afirmaba el 20 de Febrero pasado lo siguiente en uncomunicado de prensa:

CNT en estos días está manteniendo reuniones con grupos parlamentarios, patronales y Gobierno para hacerles llegar las reivindicaciones que sustentan la convocatoria de huelga general el 8 de marzo y negociar éstas y otras iniciativas que propone el sindicato para atajar la discriminación laboral que sufren las mujeres. El Gobierno central hasta ahora no ha respondido a la solicitud del sindicato para fijar un encuentro.”

En la última pirueta, las feministas (no distingo a las de la corriente hegemónica, la burguesa, de buena parte de las que se llaman de clase, las cuáles, lejos de enfrentarse a llamamiento de huelga feminista del 8 de Marzo, han asumido su manifiesto o han tenido miedo de denunciar lo que dicha huelga significaba) han “aportado” dos conceptos nuevos:

  • El invento de la huelga de cuidados, sostenida sobre una falsa teoría de la “explotación” dentro de la reproducción social; algo que no existe porque cualquier marxista sabe que la plusvalía se produce cuando hay relación mercantil. Cabe hablar de opresión desde los roles pero eso no implica explotación porque no hay relación salarial. No debe sorprendernos entonces que algunas de las teorizadoras del género planteen el salario al ama de casa dedicado a los cuidados, algo que ya fue propuesto por UPyD, un partido no demasiado revolucionario, en mi modesta opinión. Se les olvida que, dentro del Estado capitalista, en lo que los marxistas llamamos la reproducción social, aquello que el capital no puede convertir en ganancia a través del mercado, es gasto del Estado. Y no parece que, en el proceso de adelgazamiento del Estado social, vayan a ir por ahí las cosas, excepto que algunas propuestas actúen como la Renta Básica, un medio para atribuir unos recursos sociales, quitándolos de otros.
  • La negación de la huelga como instrumento de clase y de enfrentamiento con el capital. Una huelga que no era de clase sino de género, una huelga de mujeres y en ella cabía por igual la burguesa y la proletaria, la jefa y la trabajadora de inferior categoría, la empresaria de la PYME, que también hacía huelga, y su empleada. Así, no debe sorprendernos que, entre las denuncias del manifiesto convocante se encuentre la cuestión del “techo de cristal”, según el cuál se impide a las mujeres alcanzar las más altas cotas de poder en las instituciones y en las empresas. Dejando de lado que el Estado es el consejo de administración de la burguesía, me centraré en el caso de la reivindicación de ascensos en las empresas privadas con la intención de preguntar en qué ganaría la mujer trabajadora por tener a una explotadora mujer. Seguro que la feminista de turno afirmará que ello redundaría en una mejor sensibilidad de las directivas hacia las cuestiones de género. Seguramente ese sea el caso de Ana Botín, las Koplowitz, Ana Rosa Quintana (es empresaria), Sol Daurella (Coca-Cola, la de los despidos) o Elena Pisonero (Hispasat). No me gustan ni los explotadores ni las explotadoras, algo que va en la condición de empresari@ porque, si no, no hay beneficio.

Junto a lo anterior, la demanda contra la violencia de género dentro de los objetivos de la huelga, algo terrible (un solo asesinato por violencia de género ya lo es), como lo son las muertes de 618 trabajadores en sus puestos de trabajo en 2017,  pero absolutamente ajeno a lo sindical, aporta su grano de emocionalidad que ayuda a movilizar allá dónde los objetivos laborales (brecha salarial) necesiten un plus o empujón para animarse a secundarla.

Así la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, señaló recientemente que «la violencia está incardinada en el ADN de la masculinidad», lo que choca con la idea defendida por las feministas, en mi opinión acertada, de que el género no es innato sino adquirido. Y de que la violencia estructural en la sociedad crea modelos de violencia que ya no vemos solo entre los hombres, al menos en las generaciones más jóvenes. No sabría decir qué ADN tenía la señora Thatcher (la de las Malvinas) ni el que tiene la señora Clinton (la de Siria y Libia, por detenerme en dos simples detalles), para la que, por cierto, la excomunista Ángela Davis pidió el voto. Sembrar odio puede dar réditos temporales a quien lo haga pero a medio y largo plazo solo sirve para incentivar una guerra de sexos que divida a la clase trabajadora en lugar de una lucha de clases que el capital no desea. Quien juegue a eso debe tener claro que no merecerá otra cosa que el repudio de quienes luchamos por un mundo realmente más igualitario. Llamativamente, la palabra igualdad y la expresión “políticas de igualdad” se han convertido en sinónimos casi exclusivos de las políticas de género en boca del poder del capital y de sus representantes de derecha y de izquierda. La idea de igualdad que vaya haciendo desaparecer las diferencias entre clases es ya solo cosa de comunistas, de los desfasados, porque los otros, los que dicen serlo pero se apuntan siempre a la última charlotada que mueva manifestantes, ya solo piensan en la igualdad que rompe los “techos de cristal”

En esta huelga la brecha salarial ha sido el banderín del enganche hacia lo sindical pero en su manifiesto se mezclan cuestiones de género, de violencia, de orientación sexual, de techos de cristal, de cuidados, de “patologización” de la salud, de huelga de consumo, de pobreza, de cambio climático y de educación….Llamativamente, no hay ninguna alusión a una de las opresiones más terribles, el de la prostitución esclavizada por proxenetas. Convendría entender en este sentido algunas de las adhesiones al manifiesto. Fieles a la estrategia del progre, atraen a cada colectivo por el “el qué hay de lo mío”. Es la política que los pseudorevolucionarios llaman “convergencia de las luchas” (aquella parida de Seattle), la visión de la protesta como coordinadora de agraviados, que la exsocialdemocracia (la de siempre era al menos de clase), y el Partido Demócrata USA, practican para atraer el voto por cuotas de identidades. Pseudoradicales y progres unidos por una “lucha” que entierre a la de clases y por un antagonismo mujer-hombre en el lugar de trabajador-empresario.

No se entiende el sentido de esta huelga sin la Marcha de las Mujeres de Mujeres sobre Washington del año pasado, a muchas de cuyas organizaciones participantes ha financiado el lobbista George Soros, como tampoco se entiende sin el concurso de la burguesía de estrellas multimillonarias progres de Hollywood del MeToo o con pseudoradicales como Silvia Federici, empeñada en desdibujar la contradicción-capital trabajo desde su ataque indirecto a la teoría marxista del valor, a través de su énfasis en la valorización de lo que desde el marxismo denominamos “reproducción” (trabajo reproductivo). Aquí personajes como la aludida están representados por Yayo Herrero, Justa Montero o Sandra Ezquerra, del mundo podemita y “miembras” de la comisión del 8 de Marzo.

Tras este análisis, debiera quedar claro cuáles son los objetivos de esta huelga, más allá del tan mencionado “visibilizar” la realidad de las mujeres.

Los objetivos son amplios y ambiciosos:

  • En primer lugar, DESCLASAR LA HUELGA al convertirla en huelga de TODAS LAS MUJERES, trabajadoras y burguesas.
  • En segundo lugar, ROMPER EL ANTAGONISMO CAPITAL-TRABAJO.
  • En tercer lugar, DESDIBUJAR LA IMPORTANCIA DE LA PRODUCCIÓN COMO ESPACIO CENTRAL EN EL QUE ESE ANTAGONISMO CAPITAL-TRABAJO SE PRODUCE, al ponerla al mismo nivel que la huelga de cuidados y que la huelga de consumo.
  • En cuarto lugar, SUSTITUIR LUCHA DE CLASES POR GUERRA DE SEXOS.

En cualquier caso, el espíritu inclusivo, interclasista, negador de la lucha de clases como motor de la historia, reaccionario de fondo, por lo que niega, y freno de las tensiones sociales de clase, por las contradicciones que atenúa, repite el bucle eterno del 15M, lo que se ha “visibilizado” en las performances de las plazas en la hora cero de la huelga.

Por encima del seguimiento que esta huelga ha tenido, podemos decir que ha triunfado porque han hecho suyo su discurso no solo una parte de la clase trabajadora (sobre todo dentro de las funcionarias y empleadas públicas), sino también los progres, los pseudocomunistas, y buena parte de quienes tienen un sentido de justicia aguzado pero una escaso sentido crítico sobre la realidad en la que vive la clase trabajadora y el modo en el que la ideología dominante, la de la burguesía, se impone como apariencia de “verdad”

L@s oportunistas sin escrúpulos y l@s ya-ni-siquiera-reformistas está claro para quién trabajan. La única duda es por cuánto lo hacen. Algunas por un buen salario en uno de tantos lobbis feministas o por alguna plaza universitaria en esa nueva disciplina que ahora está de moda y que se llama “estudios de género”. Otras por una retribución de sus egos en esos en esas tribunas que les prestan audiencia por sus servicios.

Esta huelga no ha sido inútil. Más allá de declaraciones públicas de Rajoy, Rivera, Arrimadas o Penélope Cruz, tan “sensibles” ante la desiguadad hombre-mujer, veremos un incremento de subvenciones que permitan aumentar el número de liberadas feministas, un mayor desarrollo universitario de cátedras sobre estudios de género, con sus correspondientes catedráticas, un ascensor social hacia los cargos en los casos de juezas, directoras de medios de comunicación, “miembras” en los consejos de dirección de empresas del IBEX y, muy importante, un notable incremento de las políticas profesionales dentro de los partidos y de tertulianas profesionalizadas. Estas dos últimas cosas ya las vimos con el 15M, aunque más bien en el caso de hombres. En cuanto a la mejora de la situación de la mujer trabajadora…se siente, tardará mucho más. Quizá, si hay hueco en la agenda, para el 2.500.

Pero no me hagan mucho caso. Como dicen las “partisanas” de la emancipación femenina éstas son cosas de machirulo y comumacho (hombre comunista) ¡Claro que sí, guapis!

 

 

[4] Análisis de «Historia de la violación. Su regulación jurídica hasta fines de la Edad Media»

Por Elena Martinez Barrios 

Artículo publicado en 
 

En la obra de la profesora Victoria Rodriguez Ortiz, Historia de la violación.Su regulación jurídica hasta fines de la Edad Media  (Comunidad de Madrid, Madrid, 1997, 506 págs), nos encontramos ante una obra que analiza con profundidad todo el tratamiento jurídico del delito de violación desde el Derecho Romano hasta finales de la Edad Media, complementándose tal investigación con la numerosa literatura jurídica que al respecto existió, especialmente en las primeras etapas —Derecho romano o Derecho visigodo—, donde los textos legislativos que se ocupasen de tal hecho delictivo eran escasos por no decir inexistentes. Para realizar un acertado estudio sobre tal evolución jurídica, la autora no se ha limitado exclusivamente a la valoración de la normativa sino que ha tenido en cuenta las circunstancias sociales que, desde los inicios han incidido decisivamente en el tratamiento del delito de violación, especialmente en lo que se refiere a la penología del mismo.

A la hora de estructurar la obra, Victoria Rodríguez Ortiz determina los capítulos teniendo en cuenta diferentes períodos histórico-jurídicos: Derecho Romano —Monarquía, República, Principado, Dominado—, Derecho visigodo y Derecho castellano-leonés durante la Edad Media —Fueros municipales y Derecho regio— y, en cada uno de ellos, plantea la problemática a través de una previa aproximación al delito y el estudio de las causas que provocaban tal hecho delictivo para pasar, posteriormente, al análisis de figuras afines tales como el rapto, el adulterio o el estupro.

La investigación en torno a la evolución conceptual del delito es realizada a partir de un esquema tradicional donde la autora tiene en cuenta el sujeto activo y pasivo del hecho, el lugar y tiempo de la acción, el bien jurídico tutelado en cada época —íntimamente relacionado con las circunstancias y prejuicios sociales de ese momento concreto—, la determinación de la conducta antijurídica, los diversos intentos legales por llegar a una tipificación del delito de violación a partir de diferentes requisitos exigidos para poder hablar de tal delito —yacimiento, ausencia de consentimiento por parte de la víctima, empleo de la fuerza por el sujeto activo del delito o voluntad en el ejercicio de la acción— y el estudio del castigo aplicado en cada período.

Ya centrándonos en los diferentes intervalos históricos establecidos por la Dra. Rodríguez Ortiz podemos ver cómo el tratamiento que el delito de violación recibe en el Derecho Romano exige un estudio pormenorizado de las diversas fases políticas del Imperio atendiendo muy especialmente a las características socio-culturales de cada momento. Tal como determina la autora, en muchos casos no existen fuentes directas que tipifiquen el delito de violación durante esta etapa y es necesario acudir —para el estudio del mismo— a la numerosa literatura jurídica existente. En concreto, respecto a la Monarquía, la autora se centra —aunque teniendo en cuenta el carácter fantástico y legendario de muchos de los relatos— en el análisis de los textos grecolatinos que, aunque de un período posterior, hacen referencia a numerosos casos de violación anteriores. Así, se recoge la presunta violación de Rea Silvia por Amulio —hecho por el que quedaría embarazada de Rómulo y Remo— o la soportada por Lucrecia de manos de Sexto Tarquino aprovechando la ausencia del marido de ésta. De los textos analizados hay que deducir la importancia de la castidad de la mujer como señal de honorabilidad durante la Monarquía hasta el punto de convertirse en una característica exigible socialmente a cualquier mujer libre.

Las circunstancias sociales vuelven a influir de manera importante en el tratamiento del delito en esta etapa del Imperio romano respecto al tratamiento de las acciones realizadas por hombres libres contra la voluntad de esclavos/as propios o ajenos. Al tener estos últimos la consideración de cosas y no de personas no existía en estos casos un delito de violación, sino que el hombre libre sólo era castigado por la comisión de un delito de daños cuando la acción se llevaba a cabo teniendo como sujeto pasivo de la misma a un esclavo ajeno. Por otra parte, se presuponía en esta etapa que el sujeto activo era de sexo masculino y sólo se podía hablar de violación en el caso de relaciones heterosexuales —los textos analizados por la autora nada dicen de relaciones de índole homosexual, aun cuando hay constancia de la existencia de violaciones de estas características en relación a esclavos ajenos o niños—.

Durante la etapa de la Monarquía el bien jurídico tutelado era la castidad de la mujer así como el honor de los familiares de la misma. Tal como establece la autora, no podemos hablar durante este período de una lesión de la libertad sexual porque las mujeres no podían decidir con quién mantener relaciones.

Aunque para que una acción sea delictiva además de ser antijurídica ha de estar tipificada por ley, lo cierto es que durante la Monarquía no existieron textos jurídicos en tal sentido. Sólo de la literatura anteriormente citada podemos por tanto deducir el carácter prohibido de tales actuaciones. A raíz de las investigaciones realizadas por Victoria Rodríguez Ortiz podemos llegar a la conclusión de que, como elemento significativo de tal conducta, se exigía la voluntad del actor —lo cual es lógico si entendemos que por las condiciones propias del delito que analizamos nunca podríamos encontrarnos ante una comisión de carácter imprudente—.

Por lo que respecta a la penología, la violación durante la Monarquía se incluía dentro del delito genérico de iniuria (que se recogía en la Ley de las XII Tablas) y, a pesar de que este tipo de delito sólo permitía la acción penal de carácter privado, se ha demostrado que en el caso del delito de violación existía además persecución pública a través de un procedimiento que se desarrollaba ante la máxima asamblea popular. La determinación de la culpabilidad por mayoría de votos provocaba la condena a pena capital que podía ser evitada por el reo mediante el exilio y la confiscación de todos sus bienes.

En el Principado la determinación del delito de violación dependía de si la persona contra la que se ejercitaba la acción podía o no negarse a realizar el acto sexual pues, por ejemplo, el paterfamilias tenía derecho legítimo —y por tanto no era una acción delictiva— a mantener relaciones sexuales con sus esclavos —ya fuesen éstos hombres o mujeres—, con sus libertos y con su esposa aun en contra del consentimiento de los mismos. En esta etapa el concepto del delito de violación se ve ampliado al abarcar también a las relaciones homosexuales y no sólo a las heterosexuales y aparecen por primera vez ciertas causas de inimputabilidad como era la minoría de edad o la enajenación mental.

El castigo del delito que nos ocupa en este momento histórico se ve de nuevo determinado por las circunstancias sociales al estar concretizada su pena en función de que la víctima fuese libre o no. En el primer caso, al ser una acción de las castigadas por la Lex Julia, era aplicada la pena capital pero además se permitía la posibilidad de ejercitar una acción privada de injurias que daba lugar al pago de una compensación pecuniaria.

Cuando la violación era ejercitada por un hombre libre contra un esclavo o esclava ajena era el amo de los mismos el que tenía derecho a ejercitar la citada acción. Tal como determina la autora, en el caso de que la esclava fuera virgen el propietario de la misma también podía, además, ejercitar la acción establecida en la Lex Aquilia, ley que tenía como finalidad la protección de las cosas. Por lo tanto, Victoria Rodríguez establece que, en estos casos, no podemos hablar de crimen sino de delictum.

En relación al procedimiento, todas las violaciones que estaban castigadas por la Lex Julia eran enjuiciadas a través de un proceso público de tipo capital porque la pena impuesta por la ley era la muerte, aunque de nuevo, tal como ocurriera en la Monarquía, podía evitarse mediante el exilio.

Durante el Dominado podemos ver como, en un principio, sigue manteniéndose la diferenciación entre las personas que tenían o no derecho a negarse a realizar el acto sexual. No obstante, esta situación cambia y el tratamiento del delito de violación se ve enormemente influenciado por la introducción del cristianismo en el Imperio romano. A partir de ese momento sólo se consideraría legítima la relación sexual mantenida con la propia esposa y fue mejorada la condición del esclavo y el liberto. Siguieron conservándose como causas de inimputabilidad la minoría de edad y la enajenación y el delito de violación fue enjuiciado a través de un proceso de cognición criminal presidido por el principio inquisitorio. El castigo determinado para el hecho delictivo que nos ocupa era de nuevo la pena capital. Como novedad, durante el Dominado se permitió la persecución del delito a través del procedimiento público anteriormente citado no sólo al esposo y padres de la víctima sino también al suegro de la misma.

Por lo que se refiere a la regulación del delito de violación en la etapa visigoda, para que éste pudiera ser castigado se exigía o bien que se produjera un corrompimiento físico que provocase la pérdida de la virginidad de la mujer o bien un corrompimiento de tipo social. En el derecho visigodo el concepto sólo abarcaba a las relaciones heterosexuales y se presumía que el sujeto activo de la acción era siempre de sexo masculino aunque, tal como señala la autora, tanto el Liber Iudiciorum como el Código de Eurico reflejaban la posibilidad de que, por lo que se refiere el actor y a la víctima, se tratase en ambos casos de hombres —en el Código de Eurico llegaba a tratarse jurídicamente imponiéndose un castigo a tal actuación antijurídica mientras que el Liber se limita a hacer mención de tal posibilidad—.

Tal como ocurría en el Derecho romano, en el Derecho visigodo el bien jurídico que se trataba de tutelar era la castidad de la mujer y el honor de las personas a ella vinculada por relaciones de parentesco o matrimonio. En tal sentido, si el actor tenía hijos con otra mujer, tras entregarles a éstos sus bienes, era otorgado al marido de la ofendida. En el caso de que no tuviera hijos, no sólo su persona sino también sus bienes pasaban al marido agraviado. Si la víctima no estaba casada, el Liber Iudiciorum determinaba la entrega del sujeto activo en condición de siervo a los padres de la mujer violada así como todos sus bienes tras la ejecución de una pena de doscientos azotes ante el pueblo.

También en el derecho visigodo se mantiene el diferente tratamiento del delito cuando la víctima era una mujer esclava. En este caso la persona ofendida no era la víctima sino el propietario de la misma y la pena a aplicar en estos casos dependía de si el forzador era o no hombre libre. En el primer supuesto era castigado con una pena pecuniaria equivalente a veinte sueldos y cincuenta azotes; sin embargo, si se trataba de un esclavo se imponía la pena capital.

Para analizar la pena aplicable al delito de violación en la etapa visigoda la autora se detiene tanto en el Breviario de Alarico como en el Código de Eurico. Si atendemos al primero de los textos citados podemos ver de qué forma se recoge la tradición romana y, en consecuencia, la penalidad aplicable al hecho delictivo estudiado es la misma que la que se aplicaba en el Derecho Romano. Sin embargo, el Código de Eurico difiere del anterior al tener en cuenta, a la hora de determinar el castigo, la condición personal de la víctima y del agresor creando, en base a ello, diferentes subtipos del delito en lo que se refiere a su penología. Así podemos diferenciar: 1) la pena a aplicar en el delito de violación de una mujer libre no casada, virgen o viuda realizada por un hombre libre o por un esclavo, 2) la pena a aplicar en los casos de violación de una mujer libre no casada previamente raptada, 3) el castigo impuesto a la violación de una esclava ajena realizada por un hombre libre o por un esclavo, 4) la pena imputable por la violación de una mujer libre casada y 5) el castigo establecido al violador de otro hombre.

A fin de realizar una correcta valoración del delito de violación en el derecho castellano-leonés de la Edad Media hemos de tener en cuenta tanto la regulación que de tal hecho delictivo se hace en los fueros municipales como en el derecho regio. Como determina Victoria Rodríguez Ortiz, el delito de violación en esta etapa era definido como «el yacimiento de un hombre con una mujer sin el consentimiento de ésta y por medio de la fuerza» (p. 254).

Si pretendemos hablar del delito de violación era necesario (dentro del marco normativo examinado) que se dieran algunos requisitos que eran expresamente exigidos en los fueros municipales: parece que los fueros se refieren siempre a una relación heterosexual y exigen que la acción se realice en contra de la voluntad de la mujer. Para poder realizar un adecuado estudio del castigo del delito que nos ocupa en los fueros municipales hay que tener en cuenta que cada uno de estos textos locales establecía una penalidad diferente y que, dentro de un mismo fuero, la pena variaba dependiendo de la víctima del delito ya que se valoraban circunstancias tales como la honestidad de la mujer, la virginidad, la religión a la que la víctima perteneciese y la posible relación que uniese a la víctima con su agresor. De esta manera, era habitual que los fueros distinguieran entre la violación de una mujer no casada —y dentro de esta subclasificación si la mujer era soltera, viuda o corrompida—, de una mujer casada, de una monja, de una mujer de religión mora o de una prostituta.

Dentro de los fueros municipales la consecuencia más dura del delito de violación era la posibilidad de venganza que se permitía ejercitar a los familiares de la víctima y que quedaba configurada en los fueros municipales más como un deber que como un derecho de los parientes de la agraviada. Ésta podía ser realizada una vez que pasaba el plazo establecido en favor del delincuente como consecuencia de la llamada protección de paz.

En el caso de que la mujer fuese casada, los fueros solían endurecer las penas a aplicar porque se entendía que en estas situaciones en realidad existían dos víctimas del delito: la mujer ofendida y el marido de ésta. Así, por ejemplo, en el Fuero de Coria este tipo de violación era castigado con la pena capital —exactamente mediante horca— mientras que en el caso de la mujer no casada la pena era de carácter pecuniario.

Un caso curioso que merece especial mención es el delito de violación de una monja. Tal como establece la autora, aun cuando se trata de una violación de mujer soltera, la mayoría de los fueros municipales dan un tratamiento diferenciado a esta circunstancia y suelen aplicar penas más gravosas para el sujeto activo de la acción.

Frente a la severidad con que los fueros castigaban la violación de las mujeres honestas nos encontramos el caso de las prostitutas. Cuando se trataba de este tipo de víctimas la acción no se consideraba delictiva y hay incluso textos del derecho local donde expresamente se exculpa al autor de tales acciones como es el caso del Fuero de Teruel o el Fuero de Molina de Aragón donde, sin embargo, se exigía al menos que —para que el autor del delito fuera exculpado— existiese el testimonio de cinco hombres que probasen la condición deshonesta de la víctima.

Por lo que se refiere al Derecho regio castellano la pena a aplicar guardaba directa relación con la vinculación que la víctima tenía con los reyes o la nobleza. Rodríguez Ortiz analiza, en este caso, la regulación que, al respecto, realizaban el Espéculo, el Fuero Real y Las Partidas.

En el Espéculo, la violación de las mujeres de la corte se entendía como una ofensa directa a los varones de la misma y se consideraba principalmente agraviado el rey y la reina porque con tales acciones se lesionaba la imagen de las mujeres que vivían en torno a ellos. El Espéculo no regula más que la violación de las mujeres que se encontraban en la citada corte regia teniendo en cuenta, a la hora de establecer la pena, el grado de proximidad o parentesco que tuviera la víctima con la familia real. Así, expresamente el Espéculo diferencia entre la violación de las hijas o hermanas legítimas del monarca, de las hijas o hermanas ilegítimas del rey, de cualquier otra mujer que fuese familiar de los reyes, de las llamadas «ricas hembras», de las criadas de la reina, de las mujeres de los caballeros de la corte que no eran ricos hombres o de las viudas o religiosas de la corte.

El Fuero Real se detiene en determinar expresamente que, para que existiera delito de violación, era necesario que nos encontrásemos ante una relación heterosexual donde el sujeto activo de la misma fuese un hombre y la víctima una mujer —si ambos eran hombres el Fuero Real no diferenciaba entre autor y víctima sino que consideraba a los dos partícipes coautores del delito—. La autora establece cómo, a la hora de determinar la pena, el Fuero Real hace una clara distinción entre mujeres honestas, deshonestas y mujeres de la casa real.

Las Partidas tenían en cuenta, a efectos de penalidad, que la mujer fuese virgen, casada, religiosa o viuda de buena fama o que perteneciese a una clase distinta de las anteriormente mencionadas. En el primer caso se establecía como castigo la pena capital y la confiscación de todos los bienes y además aclaraba expresamente qué métodos debían utilizarse para la ejecución de la pena —cortarle la cabeza con una espada o con un cuchillo, quemarlo, ahorcarlo y echarlo a las bestias— y qué sistemas estaban totalmente prohibidos —matarlo con una hoz, apedrearlo o despeñarlo—. Si la mujer era de condición deshonesta, aunque en Las Partidas la honestidad no era una condición indispensable para que fuera castigado el delito, sí que influía decisivamente en el rigor de la pena. En estos casos era el juez el que determinaba a su libre albedrío el castigo a aplicar teniendo siempre en cuenta quién había cometido el delito, quién era la víctima y en qué lugar se había producido la acción.

Nos encontramos ante una obra que analiza con bastante rigor histórico-jurídico el delito de violación desde el Derecho Romano hasta finales de la Edad Media. La obra viene presentada por el Consejero de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid —la cual edita el libro—, Gustavo Villapalos Salas. Muy meritorio consideramos el hecho de que la autora introduzca conclusiones en cada uno de los capítulos en que se divide el libro además de las finales del texto. El aparato crítico que alcanza las mil veinte notas patentiza un dominio fuera de lo común en el estudio y conocimiento de las fuentes de producción del Derecho. No obstante, los documentos de aplicación que maneja son más bien escasos. Las fuentes literarias constituyen un mosaico sorprendente de la vinculación que algunos han establecido entre Literatura y Derecho. El encuadre de lo normativo dentro del substrato social de cada período es otro de los logros más significativos de la presente monografía.

***

Revista de estudios histórico-jurídicos

versión impresa ISSN 0716-5455

Rev. estud. hist.-juríd.  n.22 Valparaíso  2000

http://dx.doi.org/10.4067/S0716-54552000002200068 

 

 

 

 

[5] Violación y estupro. Un ensayo para la historia de los «tipos» del derecho penal

Por José Sánchez-Arcilla

Artículo publicado en enero de 2011 en
 
El interés de este trabajo lo encontramos en las palabras del propio autor: 
 
«….Pero mi interés por la administración de justicia no se centra únicamente en el análisis de las acciones delictivas más frecuentes o en el modo en que eran sancionadas por las autoridades dichas conductas; lo que algunos autores han venido a llamar el “control social”. Nadie pone en duda de que la criminalidad es un buen exponente de los problemas que se presentan en el seno de una sociedad. Sin embargo, como historiador del derecho siento también otras preocupaciones de índole más jurídicas. En es te sentido, me interesa la manera en la que se aplicaban las normas en una sociedad. De todos es sabido que, con frecuencia, entre lo dispuesto en una norma y lo realmente aplicado suelen existir divergencias. Esta realidad entre lo regulado por el derecho y lo aplicado por los jueces se hace mucho más patente durante el Antiguo Régimen en donde el arbitrio judicial —que no arbitrariedad, como alguno lo ha entendido—  proporcionaba a los jueces un amplio margen de discreccionalidad a la hora de dictar sentencia. La manera en que se aplicaba el arbitrio judicial no siempre es fácil de estudiar, máxime si tenemos en cuenta que otra de las características del proceso penal castellano durante la Edad Moderna era que no existía una obligación de motivar las sentencias por parte de los jueces. Pero el hecho de que en muchas ocasiones sea difícil dilucidar los elementos que fueron apreciados por los jueces a la hora de dictaminar una causa, no es obstáculo para que intentemos, a la vista de las fuentes conservadas, llegar a la comprensión de los ar gumentos y de los esquemas mentales de los jueces del Antiguo Régimen.  En segundo lugar, hay otro aspecto que, como jurista, me parece interesante. Me refiero al problema de la conceptualización. desde hace algunos años vengo propugnando la necesidad de construir una historia del derecho que pueda tener cabida dentro de la ciencia jurídica…». 
 

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